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sábado, 10 de enero de 2009

El Estado peruano y la promoción de la Cultura (2008-2009)

Ministerio de Cultura: nada que perder

Por Giovanna Pollarolo

Peru.21, Lima, sábado 9 de agosto de 2008

En su reciente 'Mensaje a la Nación’, el presidente Alan García Pérez propuso que el Congreso iniciara “el debate para la creación del Ministerio de Cultura” a fin de “reivindicar el pasado del Perú” en tanto que se precisa “revalorar la riqueza cultural que existe en todo el territorio patrio”; y “para promover la literatura, el teatro, la pintura, el cine, la música y otras expresiones”.

Y finalizó formulando un pedido de “ayuda a los artistas e intelectuales del Perú” para “hacer realidad” este ministerio.

Las reacciones a esta iniciativa presidencial han sido a favor y en contra.

Quienes están en contra anuncian desde ya una serie de males irremediables: incremento de la burocracia, repartición de puestos, derroche, sueldos altos, amiguismo, argollas partidarias y el nombramiento de un ministro servidor del Gobierno y de sus intereses políticos.

En suma, el rechazo se sostiene en la convicción de que la corrupción y el servilismo son las marcas de identidad de las instituciones del Estado. Y, si esto es así, para qué crear un nuevo ministerio.

Quienes están a favor afirman que la creación del Ministerio de Cultura es un viejo sueño de intelectuales y artistas que, finalmente, le permitirá al Estado ocuparse de la promoción y el fomento de la cultura (cualquiera que sea la definición de cultura que se adopte) sin depender del Ministerio de Educación, cuya prioridad son los asuntos escolares. También hay quienes prefieren no opinar antes de saber el nombre del ministro.

Es cierto, como lo ha señalado Alonso Cueto, que “la cultura peruana no se va a desarrollar por un decreto o por la creación de un ministerio”; sin embargo, en el debate sobre la viabilidad del Ministerio de Cultura se debe considerar, antes inclusive de quién será nombrado como ministro, cuál es la situación de la promoción cultural en nuestro país.

Todos somos conscientes de que nuestras instituciones (Escuela Superior de Bellas Artes, Ballet Nacional, Conservatorio Nacional de Música, Orquesta Sinfónica y un largo etcétera) apenas sobreviven, de que poco o nada se ha avanzado en la instalación de redes de bibliotecas; de que, en suma, el Instituto Nacional de Cultura carece de un proyecto cultural a corto y mediano plazo.
Así las cosas, ¿qué podemos perder con la creación de un Ministerio de Cultura? Si peor no podemos estar y, por lo tanto, no hay nada que perder, ¿por qué temerle al cambio?

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* Ver: http://peru21.pe/impresa/noticia/ministerio-cultura-nada-que-perder/2008-08-09/221437

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En el reino del desconcierto

Por Giovanna Pollarolo

Peru.21, Lima, martes 30 de diciembre de 2008

Hugo Neira, director de la Biblioteca Nacional, se quejó –en una carta pública dirigida al diario La República (4 de diciembre de 2008)– de no haber sido convocado para participar en el Primer Congreso de Políticas Culturales, ni siquiera el día en que se trató el tema 'Lectura, libro e industria editorial’. Aparte de que la biblioteca ha publicado “millares de libros útiles y bellos”, es obvio que la razón de ser de la BNP son los libros y la lectura; y sobre estos temas, dice Neira, no en vano ha sido invitado para tratar sobre “la industria cultural en Chile y Caracas”; pero, “no aquí, a cien metros”, se lamenta, aludiendo a los pocos metros físicos que separan el local de la BNP del Museo de la Nación, sede del Instituto Nacional de Cultura (INC). La carta finaliza con una preocupante ironía: “Yo creía, ingenuo de mí, que la política cultural del Estado reposa en tres instituciones: el INC, la Biblioteca Nacional y el Archivo General de la Nación”.

Más allá de que la carta revela una relación tensa y difícil entre el director de la BNP y el INC, incluso más allá de la trascendencia o intrascendencia de un conflicto entre autoridades que puede o no resolverse, la anécdota en cuestión deviene en una suerte de metáfora que expresa el desconcierto de 'gobernantes’ y 'gobernados’ –entendiendo 'desconcierto’ en la segunda acepción de DRAE: “Estado de ánimo de desorientación y perplejidad”– como resultado de la ausencia de ideas y propuestas claras cuando de 'Políticas culturales’ se trata.

El primer 'desconcertado’ es, qué duda cabe, el presidente Alan García. Desde el momento en el que sometió a discusión del Congreso el proyecto de la creación del Ministerio de Cultura, en julio pasado, hasta hoy, diciembre 2008, nada se ha avanzado y la propuesta parece 'dormir el sueño de los justos’. Da la impresión, y es lamentable decirlo, de que el anuncio tenía fines retóricos, que obedecía a las exigencias de un discurso que buscaba captar las simpatías de ciertos grupos sociales e intelectuales que, hasta entonces, se habían mostrado críticos y desconfiados ante las políticas culturales del Gobierno y que, de pronto, veían en la convocatoria presidencial la posibilidad de que su sueño del ministerio propio se hiciera realidad.

El segundo desconcertado es Hugo Neira. La confesión pública de su “ingenuidad” es también una expresión de su propio desconcierto por haber creído que las cosas eran de una manera y resulta que no, que estaba equivocado. Es cierto que “errar es humano”, pero preocupa que el propio director de la BNP confiese que ahora ya no sabe quién, quiénes ni qué instituciones tienen la responsabilidad de planificar la política cultural que, en su “ingenuidad”, él creyó que radicaba en la institución que él dirige, el INC y el Archivo Nacional. Y uno se pregunta: si él no sabe, ¿quién lo sabe?

La tercera desconcertada, porque parece que tampoco sabe cuál es la función, tareas y responsabilidades del INC, es su directora, Cecilia Bákula, entrampada en sus confusas relaciones con el director de la Biblioteca Nacional, con amplios sectores de la cultura (nadie olvida el 'episodio Piero Quijano’, que reveló su ánimo censor), y en su absoluta incapacidad para enfrentarse y pelear contra las autoridades, específicamente el ministro de Economía quien, en su afán de reducir gastos, no encuentra un rubro más fácil donde lograrlo que en los cuatro centavos asignados en el presupuesto del Estado a ese 'etéreo’ y nada 'rentable’ rubro que es la inversión en 'Cultura’.

Indago si quienes organizaron y participaron en el Primer Congreso de Políticas Culturales 'Perú Cultura y Desarrollo 2008’, realizado en Lima entre el 3 y el 5 de diciembre, también están desconcertados; pero Jorge Delgado, coordinador de este proyecto, promovido por la Agencia Española de Cooperación Internacional y por el INC, se muestra entusiasta y da cuenta del trabajo realizado: en marzo se establecieron ocho grupos conformados por personas comprometidas con las diferentes áreas relacionadas con el quehacer cultural, quienes aportaron propuestas para impulsar el desarrollo de la cultura en el área del patrimonio cultural, medios audiovisuales, música, artes plásticas, culturas vivas, lectura, industria editorial, artes escénicas. Cada grupo elaboró un documento que contiene las ideas y acuerdos a los que arribaron luego de largas reflexiones, y estos se sometieron a discusión en reuniones públicas y privadas realizadas en Lima, Chiclayo, Tacna, Tarapoto y Huancayo. Apostaron por la descentralización, la pluralidad, la diversidad de una amplísima convocatoria buscando que todos los grupos se sientan representados: todas las razas, todas las etnias, todas las provincias, todas las sangres, jóvenes, mujeres. Finalmente, con los aportes de todos, estos documentos se discutieron durante el congreso al que asistieron más de 500 personas. Ahora queda como tarea pendiente la elaboración del documento final “que será entregado al Instituto Nacional de Cultura y, finalmente, esperamos que estas propuestas se viabilicen”.

¿El documento contiene propuestas sobre la creación del Ministerio de Cultura, qué hacer con la burocracia estatal, cómo estructurar y dinamizar el enorme, ineficiente, disperso y pesado conjunto de instituciones culturales que maneja el Estado?

No aún; eso viene después. Primero se precisa elaborar el documento sobre políticas culturales. Es una fase preliminar marcada por el intercambio de ideas, la discusión y los acuerdos entre los diversos sectores convocados.

Elvira de la Puente, quien fuera congresista y presidenta de la Subcomisión de Cultura y Patrimonio Cultural, ha expresado su desconcierto ante este Primer Congreso de Políticas Culturales: “Pareciera estar retrocediendo en el tiempo llevándonos, nuevamente, al momento en que, al inicio del gobierno del presidente Toledo, se constituyó una Comisión Nacional de Cultura (presidida por Víctor Delfín), que realizó –durante dos años– una consulta nacional en diversos puntos del Perú, luego de la cual presentó una propuesta de “Lineamientos para una Política Cultural para el País” (ver http://forodeculturayturismo.blogspot.com/2008/10/).

Las desconcertadas gentes, al igual que Elvira de la Puente, nos preguntamos: si ya existía un documento sobre Políticas Culturales, ¿por qué empezar otra vez de cero?, ¿diferirán mucho los lineamientos planteados por la 'Comisión Delfín’ de aquellos que resultarán del Primer Congreso coordinado por Delgado?

Más allá de la certeza de que avanzamos a paso de tortuga, de la frustración ante esta constante del ejercicio político que consiste en no reconocer los aportes del gobierno anterior, es necesario confiar en que este Primer Congreso... haya echado a andar la pesada, desarticulada e incoherente maquinaria estatal destinada a la cultura. Concedámosle el beneficio de la duda, confiemos en que ni Bákula, ni Neira, ni el presidente de la República se atreverán a posponer, dilatar, encarpetar las propuestas finales como lo hizo Toledo en su momento. No seamos agoreros anunciando que el próximo gobierno convocará a otras gentes y a otros grupos para elaborar un documento que contenga los lineamientos necesarios etcétera, etcétera, etcétera.

Callemos el desconcierto y, aunque sea con fingido optimismo, crucemos los dedos porque ya no podemos permitirnos otro 'borrón y cuenta nueva’. En este 2009, el Estado peruano tiene la obligación de cambiar el rumbo de la gestión cultural. Es un tema que les concierne no solo a los artistas e intelectuales sino a empresarios, políticos y ciudadanos en general.

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* Ver: http://peru21.pe/impresa/noticia/reino-desconcierto/2008-12-30/234348

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Más sobre el desconcierto

Por Giovanna Pollarolo

Peru.21, Lima, sábado 10 de enero de 2009

“En estos días se realiza el Primer Congreso de Políticas Culturales (...). Paso por el desagrado de tener que informar a la opinión pública que el Instituto Nacional de Cultura no invita a la Biblioteca Nacional (BN). ¿No tenemos nada que decir? (…). Se me llama por el tema de industria cultural en Chile y Caracas y no aquí, a cien metros”. Esta carta de Hugo Neira, dirigida al diario La República, fue publicada el 4 de diciembre de 2008.

Me sorprendió el tono de Neira, que revelaba una comunicación difícil entre él, director de la BN, y Cecilia Bákula, directora del INC, y también que expresara públicamente su malestar, punta del iceberg de quién sabe qué desavenencias. Dicha carta se me reveló como 'metáfora del desconcierto’, en el sentido de “estado de ánimo de desorientación y perplejidad” del que parecemos ser víctimas si de políticas culturales se trata. La metáfora devino en el artículo En el reino del desconcierto (Perú.21, 30 de diciembre) en el que me referí a esa perplejidad que trascendía lo que tomé como anécdota. Pero, ocurre que, días después, llegó una carta aclaratoria del INC en la que se me informaba que Hugo Neira sí había sido invitado por Cecilia Bákula para participar “no solo en el Primer Congreso Nacional de Políticas Culturales, sino también a la convocatoria abierta que se desarrolló el 6 y el 7 de octubre pasado en el Museo de la Nación”. Y, como prueba, adjuntaron copias de las dos cartas. En la primera, del 1 de octubre, Neira es invitado a participar “en una de las reuniones de los ocho grupos de trabajo”. La segunda carta es más personal: Bákula reemplaza el formal “De mi consideración” por un “Querido Hugo” y lo invita a participar como comentarista de la mesa 'La cultura como derecho universal’ y se despide con un cordial: “Te esperamos”.

La pregunta que no debe quedar sin respuesta es por qué Hugo Neira no solo no asistió sino que se quejó públicamente de no haber sido invitado.

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* Ver: http://peru21.pe/impresa/noticia/mas-sobre-desconcierto/2009-01-10/235341

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